Raghu Krishnaiah, Chief Operating Officer de la Universidad de Phoenix, apremió recientemente a las empresas a que no consideraran la formación en la empresa como una mera obligación con la que hay que cumplir , sino como un proceso fundamental que se debe impulsar con convicción.
No se trata de una invitación infundada. La formación escolar y la empresarial se enfrentan al reto de preparar a estudiantes y trabajadores para un mundo laboral cada vez más dinámico, en el que las hard skills se renuevan rápidamente y las soft skills no deben descuidarse.
Los trabajadores, en particular los millenials, parecen ser muy conscientes de la importancia de la formación. En un estudio de Manpower realizado en 25 países, un destacado 93 % de los 19.000 entrevistados consideró que el desarrollo constante de las competencias es esencial para su trayectoria profesional.
Asimismo, las oportunidades de formación que ofrece una empresa se han convertido en un factor relevante a la hora de elegir el lugar de trabajo para el 80 % de los participantes en ese mismo estudio. Se trata de un dato confirmado por una encuesta realizada por Gallup, que arroja que para el 59 % de los millenials, las oportunidades de crecimiento y aprendizaje ofrecidas son extremadamente importantes a la hora de presentar su candidatura.
Así pues, la formación en la empresa constituye actualmente una herramienta para:
- desarrollar las competencias internas, obteniendo trabajadores más competentes y capaces de seguir el ritmo de los cambios (en tecnología, procesos, buenas prácticas, etc.)
- mejorar el employer branding y atraer al mejor talento
- estimular el engagement y reducir el índice de rotación
- garantizar el cumplimiento de la normativa y la seguridad en el lugar de trabajo
A pesar de todo, la inversión en formación en la empresa sigue siendo baja.
Sin duda, es algo que tiene que ver con que somos poco proclives a planificar a medio y largo plazo, además de a unos presupuestos, sobre todo en las PYMES, que suelen ser muy ajustados. Pero también suponen un freno para las empresas las dificultades para calcular la contribución de la formación en el negocio de la empresa. De hecho, de todas las áreas de gestión de RRHH, la formación es una de las menos digitalizadas, donde sigue prevaleciendo el uso de hojas de cálculo de Excel y otras herramientas obsoletas que no permiten el análisis y las correlaciones de este tipo.
La digitalización de la formación mediante un software moderno permite agilizar los procesos, conservar el historial y hacer un seguimiento de cada KPI concreto. Gracias a herramientas como la balanced scorecard también se puede calcular el impacto de los procesos de formación en otros indicadores de la empresa.
Veamos algunos ejemplos de KPI relacionados con la formación y las métricas en las que influye.
KPI de formación
- Coste de la formación por empleado. La inversión media de la empresa en la formación de un empleado es el primer indicador para evaluar la eficacia del plan de formación.
- Índice de asistencia a los cursos. Calcular correctamente la rentabilidad de la inversión en formación no es fácil, pero por lo menos es necesario hacer un seguimiento de la participación activa de los empleados en los cursos de formación de la empresa.
- Eficacia de la formación. La eficacia de la formación se puede calcular mediante encuestas a los empleados. De esta manera nos aseguraremos de que los cursos impartidos hayan sido útiles para mejorar la productividad.
- Brecha de competencias. Este KPI es esencial para calcular la brecha entre las competencias reales del personal y el nivel que debe alcanzar para desempeñar mejor su función.
KPI influidos por la formación
- Índice de adopción de las herramientas informáticas. Una métrica útil para comprobar si la formación impartida sobre los software introducidos en la empresa ha supuesto un alto índice de adopción.
- Índice de promoción interna. Se calcula dividiendo el número de personas ascendidas por el número total de empleados y es un indicador útil para calcular la capacidad de retención. Un alto índice de promoción indica que las actividades de formación desarrollan las capacidades de los empleados y los preparan para el crecimiento dentro de la empresa.
- Sentiment Analysis. Se calcula teniendo bajo control la opinión de los empleados sobre la empresa gracias a sus comentarios en portales como Indeed y Glassdoor. Un buen plan de formación aumenta el nivel de satisfacción del personal, un factor importante para el employer branding.
- Índice de rotación voluntaria. La inversión en formación puede reducir el número de renuncias a lo largo del año.
- Encuesta de satisfacción de los empleados. La mejor manera de calcular el índice de satisfacción del personal es realizar un cuestionario anónimo. Uno de los KPI más utilizados es el Net Promoter Score. Se obtiene preguntando a los empleados cuánto recomendarían su empresa como lugar de trabajo, en una escala del 1 al 10. Puede ofrecernos información útil sobre el nivel de apreciación de un nuevo plan de formación.
Conclusiones
La formación es más crucial que nunca para el éxito de una empresa.
La digitalización nos brinda herramientas que permiten optimizar su eficiencia, controlar sus resultados y convertirla en orgánica para el negocio de la empresa.
Por ello es necesario pensar más allá de los cursos obligatorios, útiles para evitar sanciones, pero con poco valor añadido, y colocar la formación en el centro de todos los procesos.
De este modo, las inversiones darán sus frutos, sin duda, a medio y largo plazo.
Copyright: ©small smiles/Adobe Stock